Alcalá en el Siglo Xvii

Miguel de Cervantes nació el 29 de septiembre de 1547, dato que no amedrentó a Sánchez Moltó para contextualizar el comienzo de su exposición medio siglo antes. El historiador reflejó los cambios que Alcalá sufrió desde el final del siglo XVI, “cuando Alcalá sustentaba su economía en un mercado semanal y una feria anual de gran relevancia en Castilla", comentó Sánchez Moltó. El único Cervantes que vio con sus ojos aquel panorama económico fue el abuelo del escritor, Juan de Cervantes, que “ocupó el cargo de teniente de corregidor cuando se promulgó el fuero nuevo de Alcalá, que supuso una actualización total de las leyes".

Cardenal Cisneros

En el portentoso reinado de los Reyes Católicos, irguiéronse hombres de enorme valía, que el fino instinto y la profunda penetración de Doña Isabel supo descubrir para brillo de la Monarquía y grandeza de España. Y, entre ellos, elde mayor alteza por sus perfecciones y santidad, fue el religioso franciscano Fray Francisco Jiménez de Cisneros, que consagrado a la oración y al estudio, al ayuno y penitencias, a los cincuenta y cinco años de vida rígida y oscura, salió de su celda para ser confesor, guía y consejero de la Reina; cargo de grave responsabilidad que aceptó a condición de seguir viviendo en el convento. Rico en virtudes morales y en atributos heroicos y políticos, y mezcla de penitente y conquistador, ciñó por devoción el cilicio y por patriotismo la Corona.

En Resumen, Nuestro instituto es DIOS




lo largo del siglo XVI abundaron en Alcalá
los episodios de mecenazgo, y ello viene a explicar la vinculación de las casas nobles con determinadas edificaciones de orden académico o religioso. Tal es el caso del Colegio convento de Dominicos de la Madre de Dios, fundado por doña María de Mendoza y de la Cerda en 1576. De aquí se sigue un detalle general: surgidos al calor del proyecto cisneriano, colegios como éste fueron condicionando el urbanismo alcalaíno, ocupando sus calles y unificando la estética de sus fachadas.


Sin duda, los planos que diseñó el arquitecto escenificaron dos costumbres: el recogimiento necesario en la vía de la oración hacia Dios y el ambiente preciso para el desenvolvimiento colegial. Lamentablemente, no es hoy tan fácil precisar la estampa original de este edificio, tan adecuado a estas dos rutinas que además fueron puntales de la cotidianidad complutense.